
Él solito ha desarrollado en el mundo unos estados de ánimo flotantes. Dudando de si desde su ignorancia o si desde su avidez, tengo que decir que me ha creado un estado permanente de embriaguez que gira entorno a su agridulce órbita inventada. Me ha involucrado en una total dependencia de sus palabras cítricas, de su humo de azúcar y de sus pestañas eléctricamente maleantes, pero magas.