martes, 2 de noviembre de 2010

Paranoia, capítulo 1.

Me he dejado pisar, basurear, usar. He dejado que hicieran lo que quisieran con mi cuerpo, con mi mente y mis deseos. De muchas cosas jamás me recuperaré, otras tantas las olvidaré con el tiempo. Y me siento culpable, siempre me siento culpable. Es que no entiendo porque aunque intentes hacer las cosas como es debido acabas cayéndote de bruces y revolviéndote en un montón de mierda de caballo. Es entonces cuando la realidad me abruma, siento que estoy viviendo una mentira. Y pasa el tiempo y yo me voy quedando sin momentos. Pasa el tiempo y yo en lugar de vivir me esfuerzo por aprender de lo vivido. Ausento mi mente para no dañarla, oculto mi alma para no perturbarla y endurezco mi corazón para no sentir… Y me quedo sola, pero es que así me siento mucho mejor. Pienso: síguete a ti misma, sino te perderás. Empiezo a sentir que no soy sólida, sino hueca, y no hay nada detrás de mi. Soy el negativo de una persona. Es como si jamás hubiera pensado nada, ni hubiese escrito nada ni sentido nada, que es aun peor. Y me pasa que en algunos momentos, bebo para hacer interesantes a las demás personas, me anestesio contra mi dolor. Que triste que a veces la vida sea así, desconectas tu cerebro por una noche pero lo único que consigues es despertarte con una resaca tremenda. Y tú qué piensas... ¿Hemos cambiado nuestras esperanzas por miedos, o nuestros sueños por planes? Posiblemente los peores errores de nuestra vida son los que no cometemos. Enfin... no sé que hago, no sé que quiero no sé que espero, me consuela saber que hace falta toda una vida para averiguar quien eres, o no...